jueves, 9 de febrero de 2012

CAPITULO VIII

Aín.  Los ojos de YaHWéH están sobre los justos,
y sus oídos hacia su clamor,

Pe.   El rostro de YaHWéH contra los malhechores,
para raer de la tierra su memoria.

Sade. Cuando gritan aquellos, YaHWéH oye,
y los libra de todas sus angustias

Qof. YaHWéH está cerca de los que tienen roto el corazón.
El salva a los espíritus hundidos.

Resh. Muchas son las desgracias del justo pero de todas
                                 los libera YaHWéH
                                                                        Sal. 34:15-19


                                                
VIII

Faltaban dos días para nuestra partida. Persis estaba muy entusiasmada con el viaje y no dejaba de hacer comentarios al respecto. Recuerdo que tú nos aconsejabas como si fueras nuestra madre. Nos decías que orásemos sin cesar pidiendo fortaleza para resistir el largo y arriesgado viaje que nos esperaba y Rufo nos advertía que no sería fácil estar en Yerushalayim debido a la situación candente en la que se encontraba. Nos decía que había mucha oposición hacia todo lo relacionado con el Mashiaj, quizás mas que en cualquier otro lugar, que había grupos como los Zelotes conocidos por su resistencia fanática al dominio romano que los llevaba inclusive a adoptar posiciones de mucha violencia en contra de aquellos que promovían la cooperación con la autoridad de Roma. Eso incluía también a los judíos. Pero a pesar de sus comentarios confiaba en que todo saldría bien, no por mí sino por que estaríamos bajo la protección de nuestro Padre Celestial.
Esa tarde leímos juntas el libro de Enoc que nos había enviado Shaúl, estábamos maravilladas por la sabiduría con la que describía como El Altísimo realizaba sus obras y como los poderes celestiales le rendían pleitesía. Nos aportó muchos detalles sobre algunos misterios de la creación; de cómo los seres caídos se mezclaron con las mujeres engendrando una raza maldita... pero lo que mas me asombro fue como los hombre fueron seducidos por la sabiduría de los Ángeles caídos y escuchando lo que estos le enseñaban se alejaron de nuestro Creador cada vez mas hasta los días de Noáj en que tuvo lugar uno de los pactos mas grandes de Elohim con la humanidad.
Estábamos sentadas debajo de un bellísimo árbol frondoso que estaba en el jardín frontal de  tu casa. Al finalizar la lectura, nos pediste que oráramos juntas y te fuiste a cuidar de una hermana que estaba muy enferma. Victoria nos pidió que la acompañáramos a visitar a unas mujeres que habían sido compañeras de ella en la casa donde trabajaba; le dije que yo la acompañaría, pero Persis debía quedarse porque era un lugar muy inseguro.
Como recordarás el lugar estaba cerca de tu casa, las calles que lo rodeaban eran muy estrechas y transitaban por ellas gentes de todas partes, hombres en su mayoría, debido a que quedaba cerca del puerto.
Nosotras íbamos vestidas humildemente con nuestros rostros cubiertos para no llamar la atención. Llegamos a la puerta de la casa donde la vimos por primera vez a Victoria, me tomó de la mano y se detuvo un instante, me di cuenta que estaba orando. Las mujeres que estaban paradas en el pórtico nos miraban desconcertadas, murmurando entre ellas. Cuando termino de orar, sin soltarme la mano me dijo:
- Estoy lista, ¡vamos!
Su tono de vos fue muy enérgico y con una actitud muy valiente entró a la casa. Pasamos por un vestíbulo donde había mujeres y hombres manoseándose, algunos correteaban por la sala principal con botellas en la mano, el olor del lugar era muy particular, se mezclaba el aroma de perfumes caros con el del vino y otros no muy agradables. Excepto la sala principal, los demás recintos estaban en penumbras. Victoria se detuvo en la entrada de un cuarto, corrió las cortinas que estaban en el marco, y me hizo una seña para que entrara, había una mujer muy dormida en una cama hecha de piedra, cubierta con pieles, Victoria se descubrió la cara y la despertó, la mujer emocionada se incorporó y la abrazó diciéndole:
      - ¡Vica!, ¿cómo estás?, es muy peligroso que estés aquí.
Victoria le contestó conmovida:
      - Vine a buscarte. Quiero que salgas de este lugar. Yo sé que no es fácil pero voy a ayudarte porque tu vida aquí corre peligro.
La mujer llamada Erina le respondió:
- No, mi vida no, la tuya, Cirene está todo el día pensando en como hacerte pagar por lo que le hiciste y dice que si te llega a ver rondando por aquí te va a matar. Y sabes que es capaz de hacerlo.
-          No me importa, – Le dijo Victoria convencida- tienes que salir de aquí. Afuera hay hermanos que te van a ayudar como lo hicieron conmigo, es necesario que sepas muchas cosas que te van a cambiar la vida. Mírame a mi Erina, soy otra, descubrí que la vida tiene sentido, que el amor existe y todo eso quiero que tu también lo descubras. Tengo muchas cosas que contarte pero aquí no puedo.
-          No puedo ir, Vica, - le contestó Erina con una expresión de desaliento en su rostro –¿ Que voy a hacer?, no sé hacer nada.
-          No te preocupes por eso, confía en mí y recoge tus cosas.
Victoria estaba decidida a sacar a su amiga de allí aunque eso le costara la vida. Nunca la había visto así tan resuelta, dispuesta a todo por salvar a otro, yo estaba parada, asombrada y nerviosa sin saber que hacer, Vica, como le decía su amiga, me dijo que me asomara y vigilara si alguien se acercaba. Cuando Erina termino de recoger sus cosas, casi sin entender lo que pasaba, pero confiando en su amiga, le dijo a Victoria que iría a cerciorarse que Cirene no estuviera cerca.
Cuando la joven salió del cuarto, le dije a Victoria que estaba siendo muy valiente y que si era la voluntad del Padre todo saldría bien.
Al entrar al cuarto Erina nos dijo que Cirene estaba muy ocupada atendiendo a unos extranjeros, y como estaba cayendo la tarde era el momento preciso para salir porque todas las mujeres estaban ocupadas y muchos estaban muy embriagados como para darse cuenta que alguien faltaba.
 Salimos rápidamente del cuarto envolviendo con una de nuestras capas a Erina porque sus vestidos eran muy llamativos. Al llegar a la puerta de salida nos detuvo una mujer preguntado quienes éramos, Erina descubrió su rostro y le hizo señas para que no dijera nada, la mujer asintió con la cabeza y siguió caminando apresuradamente hacia adentro de la casa.
Al salir empezamos a correr hasta perder de vista, ese horrible lugar. Nos detuvimos un instante para descansar, Erina y Victoria se miraron y comenzaron a reírse, se abrazaron, y saltaban como niñas que habían ganado una carrera. Yo las miraba Feliz porque al menos hasta ese momento todo había salido bien gracias a la protección de nuestro Padre Celestial.
Les dije que continuáramos porque no era conveniente que nos detuviéramos tan cerca del lugar, así que, sin correr, seguimos el camino con paso ligero hasta tu casa.
Al llegar nos recibió Persis que había estado orando por nosotras desde que nos fuimos.
Victoria, de la emoción, no se había dado cuenta que no conocíamos a su amiga entonces procedió a presentarnos. Tomando de la mano a Erina nos dijo:
      - Ésta no sólo es mi amiga, sino también mi hermana de parte de padre. Nos escapamos cuando éramos pequeñas de su hogar porque nos golpeaba hasta dejarnos de cama y lamentablemente nos dio asilo Cirene, que nos encontró  frente a su casa guareciéndonos del frío y de la lluvia. Nos invitó a pasar y de allí no salimos hasta estos días.
-          Bienvenida, - le dijimos con Persis casi a coro abrazándola y besándola.
-          Ellas, - dijo Victoria tomándonos del brazo Afectuosamente.- son mis hermanas en la Fe, Persis y Julia, a quienes amo con toda mi alma, El Altísimo las puso en nuestro camino para conocer las buenas noticias de Salvación.
Después de decir esto, invitamos a Erina a compartir la cena con nosotras, se veía entusiasmada y a la vez desconcertada por las cosas que Vica le contaba.
Me apenaba mucho su apariencia, sus ropas a pesar de llamativas, estaban muy descuidadas, y sus ojos sin brillo estaban enmarcados por unas ojeras muy profundas que delataban la vida atormentada que hasta ese momento había llevado.
Cuando llegaste, te pusimos al tanto de los acontecimientos. Debo admitir que nunca dejaste de asombrarme, yo esperaba que te sorprendieras o que nos reprendieras por la actitud precipitada que habíamos tenido, sin embargo lo tomaste con total naturalidad y demostrando la piedad que te caracteriza, le diste la bienvenida a Erina, bendiciéndola.
Les dijiste que compartieran el cuarto hasta que Persis y yo partiéramos hacia Yerushalayim. Esa noche nos quedamos hasta muy tarde juntas, compartiendo nuestras historias y por supuesto dando testimonio de nuestro Salvador Yahshúa ha Mashiaj.
Cuando me retiré a descansar, oré dándole las gracias a nuestro Padre por la protección que nos había brindado. En ese momento entré como en un estado de trance; un Malaj de Elohim me decía que Victoria y Erina corrían peligro si se quedaban en Cencrea; debían partir hacia la congregación de Corinto lo más temprano posible. Me dijo que tenías que escribir una carta y enviarla con ellas a los hermanos de Corinto que las recibirían con mucho afecto, y además serían de mucha utilidad en ese lugar. Me indicó que Elohim tenía un plan para ellas, como había sido dicho antes, deberían dar testimonio a más personas que estaban bajo las influencias del maligno. Más tarde serían enviadas a Atenas, pero todo se cumpliría a su debido tiempo, en ese momento tenían que salvar sus vidas.
Cuando desperté, corrí a contarte y sin dudarlo fuiste a buscar a Hermas quien les proporcionaría los caballos. Mientras tanto, fui a despertar a Victoria y a Erina, les conté sobre el aviso y sin perder tiempo empacaron algunas cosas, yo me encargué de darles lo necesario para el viaje y desperté a Persis para que pudiera despedirse.
Hermas se ofreció amablemente a acompañarlas, porque todavía estaba muy oscuro y el conocía muy bien el camino a Corinto.
Oramos todos juntos y luego nos despedimos. Estábamos muy emocionados por la abrupta partida de Victoria y Erina pero sabíamos que los propósitos de Elohim, siempre son para el bien de todos. Victoria abrazándome y con lágrimas en los ojos me dijo que jamás se olvidaría de mí. Me pidió que nos escribiéramos así nos manteníamos en contacto y no sería tan duro para ella el dejarnos. Le dije que se quedara tranquila que en cuanto llegara a Yerushalayim le escribiría para que supiera mi paradero.
Le dije cuanto la amábamos y que estaba segura que iba a seguir los designios de nuestro Padre Celestial a la perfección, porque en el poco tiempo que estuvimos juntas demostró ser una fiel y tenaz servidora del Adón. Las bendecimos y se marcharon rápidamente. Nosotras nos quedamos paradas en la puerta hasta que sus figuras desaparecieron en la oscuridad.
Cuando amaneció aparecieron en la casa Cirene y sus hombres buscando a “las dos que se habían fugado”. Entraron por la fuerza convencidos de que las encontrarían, pero para su asombro, no las hallaron. Cirene dijo furiosa que las buscaría hasta el fin de sus días y que las acusaría de robo, de ese modo las autoridades la ayudarían a encontrarlas.
Después que se retiraron, oramos y abrazándonos nos dijiste, que todo estaría bien porque si  “YaHWéH estaba con nosotras, nadie contra nosotras”.


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